jueves, 17 de mayo de 2012

Cafelito y Periódico.

La dificil situacion económica actual de nuestro país, en la que parece que seguimos sin tocar fondo, complica sobre manera la percepción que la ciudadanía tiene del desempeño de los empleados públicos. Tampoco los sempiternos tópicos que rodean nuestro trabajo ayudan demasiado, la verdad Pero ha sido la crisis la que ha desatado la actual tormenta. La rebaja y posterior congelación de los salarios, a la que se une la ampliación de la jornada laboral (a mi juicio una situación todavía más gravosa que la anterior ya que a esta nueva rebaja encubierta de salario se une una sensación de castigo sobre los empleados públicos que ciertas declaraciones y actitudes de la clase política parece confirmar) pone en el disparadero nuestra labor. Para continuar con el bucle, parece llegar el turno de las comunidades autónomas dispuestas a seguir con la vorágine de recortes.
La reducción salarial, aun siendo una medida dura y injusta con los empleados públicos (que recordemos que no tienen la culpa de la crisis), tiene la lógica de contribuir al saneamiento de las arcas públicas (o al de los sufridos bancos, según como se mire). Pero lo que no tiene ni un pase es la amortización de puestos base (y el consiguiente despido de interinos y laborales) en distintas administraciones. No veo el sentido a rebajar déficit a costa de los salarios de mileuristas. Cambiamos a un trabajador que desempeña una labor pública, por un parado que de esta forma sigue cobrando del estado pero sin desempeñar ocupación alguna. Bravo. Despedimos trabajadores para crear empleo. Claro que sí. A todo esto, me pregunto ¿Cuantos salarios de mileuristas equivalen a un consejo de administración de cualquier empresa pública o de una caja de ahorros?. ¿No sería mejor desprenderse de estos últimos?. ¿Cobrará indemnización Rodrigo Rato por los servicios prestados?

Espero que una vez superemos la crisis, se haga justicia con estos trabajadores públicos con relación no estable que la están sufriendo de forma tan cruda y se favorezca la integración de dichos trabajadores de forma definitiva a la función pública. Es de justicia.

Así estamos, con la clase política empeñada en cuadrar el círculo, mientras tanto sigue calando en la opinion pública los viejos esterotipos de los empleados públicos. Si seguimos por ese peligroso camino, si los funcionarios son unos vagos, los políticos son... ¿inútiles?¿corruptos?.  Y eso no se sostiene, especialmente en el caso del PAS de la Universidad de Burgos, colectivo con una excelente formación académica y con importantes cargas de trabajo en despachos, oficinas, laboratorios o conserjerías. El PAS de la UBU está formado por grandes trabajadores, capacitados y plenamente dedicados. Hagamosló valer ante los demás.

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